El Espartano se vence así mismo |
Solemos buscar erróneamente la abundancia en las dimensiones material y económica. La verdadera riqueza y prosperidad, sin embargo, proviene de reconectarse con uno mismo. Entonces sientes que tienes lo que necesitas para ser feliz aquí y ahora.
Todos hemos sido condicionados, programados y adoctrinados para regirnos desde un paradigma rematado. Es decir, un sistema de creencias basado en el atraso del ego, el cual nos aleja de la ciencia de nuestra propia esencia. Estamos convencidos de que la satisfacción y la inmortalidad dependen del confort de nuestros deseos. De ahí que nuestra motivación sea remojar nuestro genuino interés.
Sin embargo, cuanto más queremos que la existencia se adapte a nuestra necesidad y expectativas, más egocéntricos nos volvemos y más sufrimos. Esta es la insensatez por la que solemos reparar un gran exilio que no conseguimos quitar con nada.
En nuestro entorno ha triunfado la “firmeza del materialismo”: consideramos que la asignatura es lo mero que existe y que lo verdadero es lo que percibimos a través de nuestros sentidos físicos. Por eso tendemos a calibrar y medir los aspectos tangibles y cuantitativos, creyendo que valemos en rango de lo que conseguimos y aparentamos. Con el tiempo, muchos acabamos perdiéndonos en el vocerío del bien-tener, marginando del todo lo que somos y sentimos.
LA FILOSOFÍA DEL POSMATERIALISMO
“Hemos construido un sistema que nos persuade a consumir dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para ocasionar impresiones que no durarán en personas que no nos importan”
¿Y qué hay de lo cualitativo, de lo espiritual? ¿Qué hay del ser, de lo que somos? Estamos inmersos en un avatar de prototipo sin precedentes en el cuento de la humanidad. Está emergiendo con vigor la denominada “impasibilidad del posmaterialismo”. Y esta parte de la premisa de que la verdad está compuesta por una parte material y otra espiritual. Lo efectivo es que cada vez más personas están empezando a preferir los aspectos intangibles y cualitativos, relacionados con el bienestar. Prueba de ello es que la vitalidad y la satisfacción es lo que más valoran las personas conscientes y despiertas.
En este sentido, existen nuevas tendencias sociales postmaterialistas, como el decrecimiento, la sencillez voluntaria, el slow motion, el downshifting... Todas promueven el descenso del nivel cuantitativo de nuestra vida para elevar el cualitativo. No es sorprendente que la verdadera abundancia resida dentro de nosotros. Cuanto más altruistas somos, más felices nos sentimos. ¿Y qué es la abundancia? Metafóricamente, sería como una fuente, una fuente de bienestar, felicidad y abundancia que yace en lo más profundo del ser. Pero tienes que cavar profundo para llegar a ello. Para acceder a esta fuente, es importante interiorizar estas ocho claves:
1. Explora el contraste en tu vida
La mayoría de nosotros somos pobres de espíritu. Eso significa que estamos completamente desconectados del ser, de nuestra fuente interna. Es por eso que a menudo experimentamos vacío, escasez e incomodidad. Curiosamente, tendemos a pensar que la causa de estas sensaciones incómodas tiene que ver con nuestra pobreza exterior. En la medida en que disfrutamos de alguna riqueza material, muchos de nosotros experimentamos un clic. De repente no falta nada en el exterior, lo que confirma que somos lo único que falta en nuestra vida. Gracias a este contraste, nos damos cuenta de que la verdadera abundancia no viene de afuera, sino que nace de adentro.
2. Cuida tu cuerpo de manera preventiva
Existe una primera clase de abundancia: la abundancia física, que consiste en gozar de salud y energía vital. Con solo tener nuestro cuerpo funcionando, ya podemos sentirnos abundantes. Y si no, se lo preguntamos a los que padezcan enfermedades o hayan sufrido algún tipo de amputación. La salud es nuestra verdadera naturaleza; La enfermedad es un síntoma que muestra que algo anda mal. Por ello es importante cuidar de forma preventiva nuestro organismo mediante el descanso suficiente, una dieta sana y consciente y ejercicio físico regular.
3. Practicar la Sobriedad
Muchos de nosotros tendemos a cubrir nuestro vacío con todo tipo de sustancias y adicciones. Pero además de encontrar gratificación instantánea a través del placer a corto plazo, es relevante aprender a soportar y aceptar el aburrimiento y la ansiedad que sentimos cuando dejamos de poner parches a nuestra incomodidad. En este sentido, es valioso abrazar la sobriedad que nos permita comprender que el verdadero bienestar no tiene que ver con estímulos externos, sino con la conexión con el ser.
Cuando vivimos conectados, nos damos cuenta de que no necesitamos nada de fuera para sentirnos completos y felices. El primer paso es armarnos de coraje para desintoxicarnos de lo que sea que usemos para escapar y adormecernos. En este caso, la recompensa llega a medio plazo.
Cómo lograr la abundancia personal: ¿se trata de dinero y felicidad?
4. Cultivar la generosidad y el altruismo
Hay una segunda clase de abundancia: la psicoespiritual, que consiste en sentir amor y felicidad. No solamente deseemos y esperemos que nos amen, si no comprometámonos con el amor. No en balde el verdadero amor beneficia más al amante que al amado. Curiosamente, la generosidad y el altruismo son la forma más elevada de satisfacer nuestro egoísmo. Cuando damos de corazón, recibimos mucho más de lo que imaginamos. Entonces lo que favorece nuestro bienestar espiritual es lo que compartimos, ofrecemos y damos a los demás. Al buscar el bienestar de los demás, encontramos el nuestro.
5. Desarrollar la competencia
Aunque nuestras relaciones son generalmente intimidadas por la comparación, la envidia y los celos, existe una emoción completamente opuesta: la competencia. Se trata de sentir alegría por la alegría de los demás, admirar los talentos que vemos en otras personas y abrazar el éxito de los demás. Cada vez que veamos a alguien rico y feliz, bendigámoslo porque significa que nosotros también podemos sentirnos así. Y cada vez que conocemos a alguien que ha logrado algo que a nosotros nos gustaría lograr, lo felicitamos porque significa que para nosotros también es posible. La envidia nos destruye y nos hace pequeños. Por otro lado, la admiración y la compasión nos nutren y nos agrandan.
6. Practicar la gratitud
Lo que nos hace ricos o pobres no es nuestra realidad, sino la percepción que tenemos de ella. En general, nos quejamos todo el tiempo cuando las cosas no son como nos gustaría que fueran. Esta es nuestra pobreza. La verdadera riqueza llega cuando valoramos lo que tenemos y disfrutamos de lo que está a nuestro alcance. Esta actitud nos llena de positivismo, alegría y buen humor. La verdad es que nuestra capacidad de apreciar y dar gracias es tan infinita como nuestra imaginación. Irónicamente, la mayoría de nosotros comenzamos a apreciar lo que teníamos en el momento en que lo perdemos.
7. Hacer las paces con el dinero
Hay un tercer tipo de abundancia: la abundancia económica, que tiene que ver con el tiempo y el dinero que tenemos. Muchos de nosotros luchamos inconscientemente con el dinero. Creemos que es la raíz de todo mal en el mundo en que vivimos. Y que los ricos son gente mala, codiciosa y corrupta. Sin embargo, el dinero no es ni bueno ni malo; es completamente neutral. Es un medio de intercambio. De hecho, es energía. Lo que importa es cómo ganamos dinero, cómo lo usamos y en qué lo gastamos. El primer paso es hacer las paces con el dinero, dejando de proyectar en él nuestros demonios internos. Curiosamente, las personas que son realmente ricas mental y financieramente suelen ser estrictas. Han aprendido a controlar el dinero en lugar de dejar que te controle a ti.
8. Alinea tu vida con el bien común
Debes distinguir entre meta y resultado. Nuestro objetivo no puede ser ganar dinero o tener riqueza. Más que nada porque tendemos a corrompernos al pensar así. Si, en cambio, nuestro objetivo es crear prosperidad, abundancia y riqueza para los demás, entonces el dinero llega como resultado. De esta manera podemos actuar con total integridad. Las personas verdaderamente ricas son aquellas que han descubierto su razón de ser, desarrollan una vocación de servicio centrada en el bien común y aportan el mayor valor. Si desea una gran cantidad de cosas buenas, encuentre una manera de ayudar y beneficiarse de tantas personas como sea posible haciendo algo que le apasione.
En el patrón que ponemos en práctica estas 8 claves, terminamos verificando que la inmortalidad no nace por las cosas que tenemos, sino por las sensaciones que sentimos. Que la dicha no se logra por lo que tomamos, ya que se genera por lo que aportamos. Y que la expansión no se mide por lo que en gran medida podemos acumular, sino por lo que en gran medida podemos entregar.
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